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La Virgen de las nieves


Fernanda pateaba algunas piedras que conseguía por el camino, no quería ir al mercado, pero la obediencia a los mayores era la norma en su hogar. Luego de comprar lo que su abuela pidió, marchó de inmediato a su casa. Observó los cielos y dio gracias a Dios por las “maravillas creadas” recordó que ese día debía ir a confesarse, el paso que faltaba para hacer su primera comunión. Las bolsas de comida cayeron al suelo cuando sus ojos observaron un evento “sobrenatural”. “¡Dios mío, una Virgen!” exclamó, su vida cambiaría para siempre.

Sin pensarlo dos veces contó lo ocurrido a su abuela, una señora que era capaz de competir con el sacerdote del pueblo en cuanto a la misa y costumbres católicas. No dudó en las palabras de su nieta y dejando el pollo a fuego lento, marchó a la escena “divina”. Doña Helena no creía lo que veía “Sabía que antes de morir, tenía que aparecerme” respiró hondo se arrodilló y sacó un escapulario para dar inicio al primer rosario del día en honor a la virgen.

La niña Fernanda corrió de inmediato al “cyber”  más cercano a buscar información de lo ocurrido. Supo que la parición mariana era sorprendente en esta parte del mundo. Para su “suerte” la virgen María apareció bajo la advocación de “Las nieves”. “Es la Virgen de las Nieves” lo que acabas de ver dijo la mujer que atendía la sala, orgullosa de tener a su lado a una posible “Santa”. Imprimió la hoja para contar lo ocurrido a su abuela. Cuando llegó, decenas de personas se encontraban en círculo custodiando la “imagen sagrada”.

La noticia corrió como pólvora por todo el pueblo, nadie podía creer lo que escuchaba,  caras de sorpresa o personas pidiendo que la historia les fuera repetida se transformaron en celebración y fiesta en un lugar donde no ocurre nada fuera de lo común. En el pequeño pueblo la celebración no era porque la virgen decidió dejar su “mensaje de amor” en esta “tierra de nadie” al contrario, una semana antes el Cristo del pueblo enemigo lloraba sangre, ya estaban a la par, todos bajaban a ver lo ocurrido.

“¡La virgen está lanzando agua bendita!” exclamó una mujer que se le veía poco en las misas del pueblo; pero fue este gesto lo que despertó el interés completo de los presentes, quienes por mensajes de textos y llamadas cortas anunciaban a todos los que podían, lo que estaba sucediendo en sus ojos. “Tráete a mi mamá, para que se le quite esa diarrea que tiene” decía un señor emocionado por lo ocurrido. “Tráete una olla, para guardar esta agua santa” decía una mujer que obligaba a su hijo a tragar el agua que caía del árbol.
Enfermos de todo tipo aparecían a la escena sacada de un “libro”, algunas personas lanzaban cánticos de alabanzas, otros contaban las bendiciones de la virgen en sus hogares. Unas señoras escondidas entre telas negras se limitaban sólo a rezar el rosario en silencio, sin molestar a ninguno de los presentes, otros tomaban fotografías para ser parte de un momento que debía pasar a la posteridad.

La prensa regional llegó, buscaban a la niña “portadora del milagro”, con mucha seguridad Fernanda contó lo ocurrido. “Ella dijo que construyéramos una Iglesia para la paz del mundo” con esa frase concluyó, recibiendo un sinfín de aplausos contagiosos la que hicieron sentir “alguien en la vida” en sólo horas pasó de ser una niña normal a toda una celebridad en el mundo religioso.

Recuerdo claramente cuando los rumores llegaron a mi liceo, la locura se apoderó de todos, no estaba entre nuestro corto cerebro creer que una virgen apareciera en nuestro pueblo olvidado. Un compañero muy sarcástico lanzó una duda “¿Cómo una Virgen de las Nieves aparece en uno de los pueblos más calurosos de la región?” y estaba en lo correcto, pero en ese momento de histeria colectiva su duda nos pareció tan fuera de contexto que lo olvidamos por completo.

Ese día el calor era infernal, por el camino fuimos descubriendo los pormenores del caso. Apareció en un árbol, botaba agua muy fría, la prensa ya había llegado y él sacerdote no estaba de acuerdo con eso. No puedo negar que imaginé todo, el árbol repleto de nieve, las personas con abrigos y el contraste entre el calor para locos y el frío “bendito” que aparecía en nuestro pueblo. Sabía que el único lugar donde nevaba en ocasiones era en Mérida, esto convertiría a nuestro pueblo en un referente. Cuando llegué no podía creer lo que veía.

Quedé sorprendido a ver tanta gente reunida, de todos los tipos, de distintos lugares del pueblo. Ni la final regional de fútbol cuando el equipo de casa estuvo presente en ella reunió tanta como esto. Pero no veía nada a la vez, no conseguía ver a la Virgen de las Nieves, me sentí impuro, no acto para presenciar un “evento sagrado” hasta que luego de unos minutos logré ver lo que parecía ser ella. Agua caía del árbol y abajo era recibida por recipientes puestos por personas creyentes en sus poderes curativos. “Usted en un loro en clase, tome agua para que me deje dar la clase” me dijo la profesora, no dudé en hacerlo. El agua era fría, llena de bendiciones, sentí ya que no hablaría más en clases.

La histeria colectiva era evidente cuando el personal de la compañía azucarera que tenía sede en el pueblo decidió hacer las los análisis químicos correspondientes, todos estuvieron en contra. En especial Fernanda, quien no estaba de acuerdo en perder sus quince minutos de fama de esa manera. Un señor se ofreció a cuidar toda la noche el árbol con escopeta en mano. Necesitaba curarse de una neumonía, así que ese sería un pacto con la controvertida Virgen de las Nieves.

El señor quedó dormido y no despertó sino hasta tempranas horas de la mañana. Esto dio tiempo necesario para que los expertos químicos tomaran algunas muestras y explicaran al pueblo lo ocurrido. Mientras tanto, los turistas de lejos comenzaban a llegar, era algo casi sorprendente. Una señora montó una puesto de comida rápida y un señor imprimió la cara de la Virgen de las Nieves para venderla a los “feligreses” que llegaban buscando milagro.

Una señora aseguró ser la primera en ser “sanada” por el agua bendita que brotaba del pecho de la virgen. La algarabía era total, decenas de personas se aglomeraban al lugar para ser tocados por el agua fría, se necesitó de un grupo de personas que sirvieran como vigilantes. Ante la solicitud que algunos devotos hicieron al sacerdote del pueblo para que redactara una carta al Obispo y este se negara al no ver “signos milagrosos” en la escena, los habitantes del pueblos enfurecidos amenazaron con expulsarlo del pueblo si seguía con esa “actitud satánica” hacia ellos.

Tres días después los resultados químicos arrojaron lo que muchos se esperaban, no era una virgen. Lo más “asqueroso” del caso fue que eran gusanos los que provocaron el agua fría que muchos tomaron, incluso yo. El silencio y la vergüenza quedaron plasmados en el pueblo, y el caso de la Virgen de las Nieves, un ejemplo vivo de que el pueblo nació para ser olvidado.

Fernanda vivió seis años más en el pueblo para luego mudarse fuera de nuestras fronteras. Recibió muchas burlas por lo ocurrido, incluso en fiestas y celebraciones donde se encontrara, esto no le preocupaba, le daba risa lo ocurrido, era una niña y cosas como esas pueden escapar de las manos.

La Virgen de las Nieves mostró las carencias y debilidades con las que cuenta nuestra región. Los latinos tapamos nuestros problemas en una nube de humo, y siempre esperamos un evento “milagroso” para poder avanzar. Muchas personas pidieron disculpas al sacerdote por su comportamiento acertado ante una situación como esa.



La búsqueda de un héroe llegaba a su fin. Aún muchos esperan que cosas sorprendentes e inexplicables ocurran en el pequeño pueblito. Sin tomarse el atrevimiento de prepararse, soñar y cumplir todo lo planeado. De milagro en milagro se llegó a la Virgen de las Nieves, y ya saben las consecuencias.

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